Vos y yo
funcionamos de maneras tan distintas, que nos resulta súmamente fácil mal interpretarnos,
desentendernos hasta en lo más sencillo. Para después jugar a escupirnos
verdades a los pies, a ver quién las resiste mejor, quién es más fuerte, quién
sufre menos.
Pero hoy perdí y lloré como una adolescente. Así que me consolaste, secaste mis lágrimas de amor por vos. Demasiado amor,
tanto que algunos días temo ahogarte con mis miradas empalagosas, mis abrazos, mis preguntas.
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