sábado, 7 de mayo de 2016

Juguemos

Ella lo recorre suavemente con la mirada. Me encantaría dormir con él. La noche avanza entre cartas y porros. Fumar, jugar, fumar, jugar y así sucesivamente. El humo se eleva en formas espesas y enigmáticas. Nos falta la lámpara verde colgando. Los participantes fueron retirándose de a uno, hasta que sólo quedaron aquellos cuatro alrededor de la mesa. Él y ella juegan por primera vez juntos al Truco, comunicándose con miradas y gestos. No nos está yendo tan mal. Continúan con el entusiasmo de autómatas, mientras el tiempo transcurre. Sé que si yo me fuera a acostar, él vendría detrás mío y se acostaría al lado mío. La otra chica termina de mezclar y empieza a repartir. Quiero que me bese. Ella apoya una mano sobre sus cartas aún sobre la mesa, cierra los ojos, aspira el humo del ambiente y promete: Si ganamos esta mano me voy a acostar y él va a venir detrás mío; si ganamos esta mano me voy a acostar y él me va a besar, si ganamos esta mano… Recoge las cartas y mira horrorizada: 10, 4 y 2. Cagué. Vamos a perder. Lo mira ansiosa, esperando alguna señal… ¿Se dará cuenta de lo que significaría ganar este juego? ¿se me notará en los ojos?... pero el rostro de él no refleja nada. ¿Por qué no me comunicó sus cartas?. El juego comienza en medio de su incertidumbre. Si a pesar de todo ganamos esta mano… me voy a acostar y él va a venir conmigo. Pone exaltada su 2 sobre la mesa, lo mira profundamente. Ganan la primera ronda. Lo mira. No entiendo qué dice su mirada. No entiendo que está por hacer. Juegan. El humo del tabaco se condensa. Pierden la segunda ronda. Les cantan. Lo mira. Voy a vos y si ganamos esta mano... Piden retruco. Ella deposita desesperanzada su 4 sobre la mesa, agachando la mirada como disculpándose. El sonríe. Su sonrisa se refleja en su iris miel. La mira. Ah, me desea. Ella sonríe. Se juega por el vale cuatro. Los oponentes aceptan. Él, último de la ronda, deposita triunfal la última carta de la noche sobre la mesa. Ganan la mano con un 3.

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