Corro un poco la cortina, para que puedas ver el desorden y el destrozo que hay adentro. Vos te quedas ahí parado mirando, sin entrar y sin irte. Entonces siento miedo y las preguntas sobre el ¿para qué? ¿para qué? ¿para qué? taladran mi mente. Mientras tanto vos permanecés ahí, inmóvil. Y yo permanezco aquí, mordiéndome los labios.
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