lunes, 5 de septiembre de 2016

- II -


Tuviste la amabilidad de proponerme que nos encontremos la noche siguiente, en un bar. Primer dato a tener en cuenta.
Fui, aún esperanzada, porque tengo la idea de que todo se puede resolver a fuerza de racionalizaciones y charlas. Pero, evidentemente, no. Conversamos sobre nosotros de a ratos, un poco como quien no quiere la cosa
Para qué contar redundancias. Estaba todo definido desde antes, reafirmaste y ampliaste lo que ya me habías dicho. Pero de a ratos creí ver dulzura en tu mirada.
De nuevo yo enojada, tan llena de finales melodramáticos, te digo: algún día te vas a arrepentir y vas a sufrir en silencio, como corresponde.
Me besaste sin decir nada y te fuiste.
Que maldición envenenada te clavé en el corazón, a vos con esos ojos de ciervito que tanto me gustaban.

No hay comentarios.: