sábado, 10 de septiembre de 2016

- III -


Como analizamos en la previa con las chicas, ya me tachaste repetidas veces e intentaste explicarme por qué ya no va a pasar nada. Por supuesto que yo, con la insistencia que me caracteriza, ya tenía decido ir a la fiesta en la que sabía que ibas a estar y ver qué onda. Como si aún hubiera posibilidad de algo distinto.
Las chicas, solícitamente, me exohortaron a confeccionar la lista de caracteristicas que una persona no debe tener para que yo pueda involucrarme sentimentalmente con ella*. Sin duda muchas de esas características se basaron en vos, pero de todos modos iba a ir a la fiesta.
Y, como era de esperarse, tuviste los gestos necesarios de la buena cortesía. (Todavía no decido si quiero matar a todos los corteses o no. La cortesía es realmente odiosa.)
Dato. Estuviste toda la noche con una fea-fea. Que en algún momento vi que te abrazaba. "¿Será que él piensa que en realidad se merece a la fea?", se preguntaban las chicas. La respuesta es totalmente intrascendente.
Además, por si fuera poco, me quedé hasta el final de la fiesta y fui testigo de sucesos varios: chica con ataque histérico, compañeros entonando la marcha peronista, gritos, novio de una conocida a los chupones con una rubia despampanante, fin de la musica, fin de la decencia del baño y toda la mar en coche. Eran las seis de la mañana y todavía no me iba, como esperando que pasara algo. Claramente no pasó nada más que volver a dormir sola, con sensación de pecho vacío.


* Tema que ampliaremos en otra ocasión.

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